Durante toda mi vida siempre he tenido problemas en cuanto a mis habilidades físicas, por eso practicar baloncesto dos veces a la semana durante un mes o más supone un reto para mí. Además, el baloncesto no es un deporte individual, por lo que el trabajo en equipo es esencial. Al organizar los equipos me tocó con dos compañeras que practicaban este deporte a menudo y me pudieron ayudar a mejorar en él. Aparte de animarme me enseñaron distintas tácticas o estrategias, estas hicieron de los partidos una actividad emocionante.
Para prepararnos para el partido que tendríamos cada día, calentábamos con una serie de ejercicios como correr 15 minutos y estirar. Obviamente también íbamos con la ropa adecuada para la actividad.
Cada día jugamos contra un equipo diferente formado por tres personas con al menos una que jugara baloncesto habitualmente para que los equipos fueran equilibrados y no hubiesen partidos injustos. De esta manera todos podíamos disfrutar practicando deporte sin importar nuestra experiencia o habilidad en él.
Gracias a esta serie de actividades he podido identificar nuevamente el deporte como un área en el que puedo y debería mejorar poco a poco. También , he afrontado desafíos y he podido desarrollar nuevas habilidades como formar una estrategia o bloquear a un compañero del equipo contrario. Por otra parte entre todos planificamos los partidos que tendrían lugar en diferentes semanas y los equipos. He trabajado en equipo y he reconocido el aspecto ético de nuestras decisiones como clase al formar los equipos, ya que los hicimos pensando en lo que sería más justo y que haría que todo fuese más equilibrado.
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